viernes, 5 de octubre de 2012

El Calor de Mediodía de Monsieur Valery


















Recuerdo en Popayán, entre los muros del Edificio del Carmen, aquella Biblioteca en que fundía mi ser con el cosmos de corazón y de literatura que iba encontrando a mi paso. Entre pan francés y vino tinto encontraba los cerebralísimos amores de Verlaine, la infernal errancia de Rimbaud y el amor brujo por la palabra  del gran Mallarmé. Por ahí asomaba el macabro tiburón de Lautreamont espantando la cursilería romanciega de la noche y desgarrándo los títeres líricos en una sinfonía de aciago maremagnum. 

Valery fue una de las mentes brillantes de su tiempo, al punto de identificarse como un hermano del alma con el gran Leonardo y su método que entre esbozos y ensayos que anticipaban la faena lógica de los Newtons y de los Einsteins. Por vocación, monsieur Valery fué un escritor incansable: todas las mañanas "entre la lámpara y el sol" se consagró a construir una sorprendente obra de pensamiento, análisis y descubrimientos estéticos como sus Cuadernos (Cahiers), vasto compendio que aún espera saciar el hambre de los amantes de Sophía en esta era de hipertextos e inmediatismo virtual. 

De sus últimos años, Paul nos deja un compendio de 150 poemas amorosos que renueva de modo póstumo la imagen de pensador adusto que Valery acarreó en vida. La "culpable" fue una femme fatale 30 años menor que este ilustre integrante de la Academia Francesa. Ella, Jeanne Loviton fue entre otras cosas dueña de su propia firma de abogados y reconocida por su nutrido prontuario amoroso con escritores de su tiempo; musa de los últimos días de Monsieur Teste, la chica por la que el poeta tensaría su vena lírica, el objeto puro de su deseo quizas imbuído tiempo atrás por una incansable búsqueda del puro placer intelectual. Último amor de Valery, estos  versos son algo así como un producto del calor del midi-jour.



[QUERIDO VENENO MíO]

¡Querido veneno mío,
todo, todo en ti, la carne,
la profunda cabellera,
la Venus de tu garbeo
y la Psique de tu espíritu,
y el corazón que me entiende,
que parece responderme,
todo en ti, todo me quema,
me enloquece por unirme
a ese caudal de emoción!


[LO SIENTO, AMOR, PERO NO...]

Lo siento, amor, pero no, no son flores,
rosas no son, ni crespos crisantemos,
son versos que imaginan que me amas,
versos sin más, tontos como las lágrimas.

Lo siento, amor, no son flores, tampoco
claros diamantes ni piedras de color
para entibiarse con tu dulce calor;
son versos que a tu paso voy sembrando.

Los voy robando a esa punzante pena,
pena por ti que siempre hacia la noche,
no importa dónde esté, festivo el rostro,

se hinca en mi ser y lo hace estremecerse…
Ah si pudieran, tan pronto como se hacen,
huir de mi cabeza hacia tu corazón…


A LA PROFUNDA ROSA

Umbría y honda rosa, fragante gruta en sombra,
oh Rosa de placer, cuyo placer es llanto,
rosa húmeda a la espera de una caricia errante
por sus bordes de cáliz donde la carne es flor,

con tu agua deliciosa, oh blanda Rosa, embriaga,
hasta el divino exceso de la dicha animal,
a un corazón que huyendo de la horrible aventura
de vivir, el veneno de su extraño mal bebe…

Deja que en ti se fundan los labios favoritos
cuya labor tan tierna y sinuosa aviva
en ti cada vez más, siempre más dulcedumbre;

mientras que la belleza que te lleva palpita
y palpitante inspira una ternura hermana
que su suspiro llama y que se precipita…


[ERA HERMOSA, CON UN CORAZóN LLENO...]

Era hermosa, con un corazón lleno de contrastes:
le gustaban los patos, el amor, los pederastas
que llevan el correo en bandeja de plata.
Seguía los cursos de los Maestros, pero soñando
en una lección bien distinta, en claridades menos austeras,
en tales enseñanzas de otras complementarias,
en tal saber, seguido en la sombra, de un suspiro.
Era tierna. Era dulce acurrucarse
voluptuosamente, como una gata, en Ella.
Ver cómo iba muriendo el día en su pupila
muy cerca, y esperar en silencio el amor.


[DE TUS FRUTOS, OH JEANNE, FRESA...]

De tus frutos, oh Jeanne, fresa, durazno, almendra,
conocemos el tierno y potente sabor:
son frutos que han crecido gracias a tu fervor,
que se aprietan, se muerden, se chupan, beben, besan.

El jugo de Ternura más el zumo de Amor,
mientras va canturreando el alma con el alma,
al exprimir tus frutos, uno brota, otro cae,
y tanto uno como otro en tu sedosa estancia.


IL DISPERATO

Lo que será, pronto ya no será;
mañana está muriendo en este mismo día:
detrás de mí, que perderé lo que amo,
huye en verdad el flujo del tiempo por venir.

Días que llegaréis, estáis ya concluidos,
gentes que naceréis, hijos que el amor siembra
en el futuro con colores de poema,
muertos estáis, pues viviréis superfluos.

La vida es rica en falsa pedrería;
si acaece que la hora te sonríe
detén a la esperanza, una vieja fulana:

bajo su maquillaje mira la eterna mueca,
retén tu boca, o teme que al llegar la mañana
descubras que has besado a una inmunda babosa.