martes, 3 de noviembre de 2009

El Baile del Reencontrado

He aquí ante tus ojos la osamenta,
véanla llegando a gatas a su meta;
bromista de los portentos razonantes
llegas al extremo de menospreciar
el fruto apresurado del caos.

Tus fuentes traen aguas que corren
mucho antes del diluvio auspiciado
por los genios de la era antigua
que en calidad de titanes se largaron
al exilio cósmico para su placer,
para elucubrar vendetas futuras.

Seguro que ésta metástasis
nada sencillo es neutralizarla,
reversarla tras cuatro milenios
de burdo manoseo simbólico
acompañado de la gran
tergiversación ritualista.

Pues la obra teatral marchaba
y llegó a concretarse por cuenta
de unas cuantas insidiosas
alianzas preparadas en el silencio
de las puertas cerradas.

Te prometes lo advenedizo
de una pureza hallada no aquí
sino en el porvenir, celebración
no el arrojo en pírrica batalla,
contra la propia tela de araña
entrelazada de hábitos,
temores, merodeos, etc.

Y como un remanente de luz
queda el cielo alimentando
de oro solar la piel sedienta
de la serpiente.

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