El Distinguido Juan Chiles

El jóven, don Juan Chiles pues aconsejaba que había que leer a Carlomagno, desatar la lengua Quichua e interpretar las figuras de los quipus de las faldas y de los telares que se hallan en los terrenos habitados por el perfume de los Pastos, la vereda de Chiles y toda la linea interfronteriza que protegió la Reina como la niña de sus ojos y por recordarla impulsó la construcción de Madrid como un modelo de esa Urbe Primigenia, como un recuerdo agradecido de los griegos con su Platón, su Aristóteles y el modelo de la Acrópolis, tan agradecido del ideal helénico que ocultaba el verdadero objetivo de su gratitud como era la ciudad perdida de los Pastos, la vereda Chiles en las montañas interfronterizas donde ya se empezaron a vislumbrar los rastros de alguna lengua mágica para abrir portales interdimensionales...de hecho los pueblos que rodean a la exprovincia de obando se remontan al genial recuerdo de improbables inventores: música de tríos, helicóptero, transbordadores espaciales y del idioma griego mismo...total que locura que me remonta a los vaticinios pre-lógicos, y ya me parece que toda lógica humana parte de estos puntos energéticos donde la música era asimilada bajo la forma de re-conectarnos con aquello que no vemos o imaginar los mundos posibles, los sueños posibles, los deseos posibles. Basta ya de aquel sentimiento de no-haber-querido-nacer-aquí, puesto que todo nació aquí pasando por los acueductos, la luz eléctrica y los aparatos para levitar

¿Acaso el viejo Tesla no hurtaría parte de la gloria de estos paradojales boleros para hacerlos suyos por un tiempo hasta que el club bilderberg sazonara su inhumana traición?